jueves, 23 de febrero de 2017

Los Nuevos Carnavales

Érase una vez mi mejor proyecto,

Ese día gris, triste y frío antes de los maravillosos carnavales, pero encerrados en ese lugar donde nos encontrábamos siempre. Entonces fue cuando se me ocurrió esa genial idea, ¡un cambio de roles!

Les propuse a los niños del centro que estaban bajo mi tutela una nueva forma de celebrar esa fiesta que tanto gusta. Cada uno contaría su historia a través de su disfraz. Al principio no les gustó demasiado la idea, no porque no les pareciera buena idea poder mostrar sus sentimientos a través de esos disfraces, pero sí por el miedo de mostrarlos. Intenté explicarles que para trabajar con ellos era necesario conocer su historia por ellos mismos y no por lo que pusieran en unos papeles y que sería una forma divertida de poder hacerlo, he de decir que yo solía ser muy trasparente con ellos porque para mí era la base de una buena relación, y gracias a esto confiaron en mí. Al final accedieron todos menos uno, Guillermo.

Trabajamos nuestros disfraces, yo incluida, mientras que Guillermo se mantenía al margen. El sábado de carnaval estaba todo listo y cada uno salió de su habitación con el disfraz que le representaba, que había sido su vida antes de llegar a ese lugar, entonces nos sentamos en el salón, diferente a como estaba siempre, bien decorado, con comida por todos lados, con photocall y miles de cosas más. Empezamos uno por uno a contar nuestra historia, a representar lo que a aquellos niños había atormentado y a solucionar esos problemas ayudándonos los unos a los otros.
Carlos, uno de los niños, contó que sufría maltrato por parte de su padre y que su madre no hacía nada por ayudarle, se había disfrazado de herido y juntos les fuimos curando todas esas heridas y le fuimos reconstruyendo la ropa, otro contaba que no tenía padres y su disfraz fue de coche, donde los perdió, entonces hicimos una pequeña representación haciendo de sus padres y le mostramos que ahora seríamos nosotros su familia, una muy feliz. Así siguieron uno por uno los componentes de aquel pequeño grupo, contándonos sus historias y disfraces, ayudándolos nosotros a recomponerse.

De repente, me chocó bastante el comportamiento de Guillermo, quien de momento se fue a su habitación, no entendía si era porque no quería escuchar más a sus compañeros o porque se sentía mal con esa actividad, pero cuando me fui a levantar para hablar con él, se abrió su puerta y salió disfrazado con un traje completamente alegre, colorido y perfectamente hecho, se sentó en medio del círculo y se le calló una lágrima, entonces, contó su historia, pero no la del porqué acabó allí sino la que le ayudó a salir a delante, gracias a nosotros. Se levantó y fue abrazando a cada uno de sus compañeros y cuando llegó a mí, me miró y me dio las gracias.

Esta historia hizo que un niño me enseñara una lección de vida que agradecería siempre.
"Rompe con ese pasado que te atormenta y aprende a vivir con el presente que te regalan."

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